Tomó cerca de dos horas firmar los numerosos documentos, estrechar todas las manos y jurar lealtad a Canadá y a la Reina, ya que 195 recién llegados se convirtieron en ciudadanos canadienses en Charlottetown. Los individuos y sus familias fueron recibidos con flores, abrazos, aplausos y risas. Los inmigrantes de 32 países de todo el mundo tenían una cosa en común; el deseo de hacer de Canadá su nuevo hogar.
Una nueva ciudadana fue Fátima-Zahra Zouhairi, maestra de una clase de tercer grado en Charlottetown, quien trajo a sus alumnos para ver la ceremonia. «Este año, estudiamos ciudadanía en ciencias sociales, así que pensé que esta era la mejor manera de mostrarles lo que es ser ciudadanos canadienses», dijo. Viniendo de Filipinas, Teresa Canadá y su hijo Ynigo, aplaudieron cuando se leyó su apellido. Ynigo dijo que es una coincidencia. Ella dijo que la experiencia fue única en la vida y que nunca la olvidará. María Muñoz de Ureña, quien vino de su tierra natal en la República Dominicana, acaba de cumplir 80 años como ciudadana canadiense.
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